domingo, 19 de enero de 2014

Ni yo ni vos, eso.

Llega él, y se sienta, cruza las piernas, se razca la ceja izquierda, sus pies golpean el suelo. Llega ella, acerca su menton al otro menton mas rustico, y se escucha la succion. La figura guitarristica se apoya sobre su centro. Los localizadores prendidos se obstruyen. No hay sonidos diarios ni cafe.
La guitarra sonrie de lado, muestra sus dientes. Él la asemeja, y reformula su tesis. Pasan bocinas y ruidos que arrastran. De a poco hay nitidez y se coagula aquel lugar. Entendidos comienzan a jugar.
El mira acariciando, ella lo persigue, llega a su menique, quien tiende a temblar. Vuelta a empezar. Ella solo entibia sus pomulos, no tiene porque hacer algo mas. Él cae rendido. Sus manos quieren enraizar la vista. El objeto no se percibe, solo destellan. Sus pelos largos bailan al su cráneo voltear y volver. Ella toma su mano cuadrada, y se interlazan. Termina con un beso.

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