jueves, 9 de octubre de 2014

BuNuElIsMo

En el centro rojizo y redeondeado solo al final. Parece que los ojos no dejan de mirar, y las sonrisas se amontonan. Su nariz es quien guía al jugar y desde allí enferma al cuerpo por la lucecita niña que se distribuye en sus venas.
La busqueda incansable de algún par de ojos que brillen y lo señalen es su deseo final.
Quizás pintado de blanco pero de seguro viste violeta, el naranja suele distraerlo y le gusta. No hay hocicos que deteste, ya su camino lo tiene al 4 patas a su lado.
Es fugaz ese sentimiento, un presente constante para que los niños sean eternos.

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